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Primeros años de cole: «Mi hijo/a va con retraso»

«Estoy preocupado. Mi hijo/a acaba de empezar el cole y ya va con retraso«.

Partiendo de que ir bien o mal en el cole no tiene que ver con ir bien o mal en la vida, ser más o menos listo o la falta de dones, inteligencia o cualidades, cuando un tutor te dice que tu pequeño no va «al ritmo que le toca», todos los padres se asustan.

Y lo entiendo.

Cuando esto sucede y me llaman inquietos les recuerdo que un retraso madurativo es de lo más normal, por mucho que nos agote la situación en casa y en el cole a los maestros.

Son niñas y niños a las que les cuesta un poco más que a los demás leer, o escribir, o prestar atención, o realizar tareas, o seguir instrucciones, o trabajar de manera individual, o en grupo, que se despistan, que no se centran, que no entienden los conceptos matemáticos, que no hacen cosas que “los demás ya hacen con su edad”….

En los últimos años de infantil y primeros de primaria esto debería verse con toda normalidad.

Como siempre digo, si no tenemos el mismo pelo, estatura o gustos ya me dirás porqué tenemos que aprender todo al mismo tiempo y de la misma manera que los demás.

Pero también es cierto que nuestro sistema educativo no está preparado para los grupos heterogéneos (es decir, un grupo NORMAL de niños/as), y los maestros, con mil niños por aula, burocracia, falta de apoyo del centro y muchas cosas más, no llegan a todo por mucho interés que le pongan (ojo, hay otros tantos que se han creído que todos los niños Sí son iguales).

Por eso, cuando los padres van a hablar con los maestros estos les piden que «refuercen cosas en casa”: que hagan tareas, que repitan ejercicios, que les ayuden a estudiar, que escriban, que lean, que sumen… Y les dan un tocho más o menos grande de deberes y cuadernillos.

Y llega aquí el primer sufrir y padecer sin demasiado sentido:

Darle sumas a un niño/a que no entiende el sumar, es darle un tenedor para recoger agua.

A veces los maestros acompañan estos deberes con otras ideas que sirvan de apoyo (se agradece mucho este extra de ayuda) y aconsejan que se apunte a un deporte, que pase más tiempo con sus padres….

Y esto, aunque viene bien, que duda cabe, sigue siendo insuficiente si el niño NO ENTIENDE EL PROCESO DE SUMAR.

Es aquí cuando se cometen errores por falta de información.

Y esto ocurre por ambas partes:

Volvemos a pensar que no se centra y que es cuestión de machacar y hacer más mates en casa.

Hacer más sumas no sólo no ayuda, sino que además desmotiva una barbaridad al peque y cabrea y desalienta a los padres, sin mencionar que el maestro puede sentirse exactamente igual.

Lo que hay que hacer es algo que siempre se ha visto en nuestro país como «una pérdida de tiempo».

Hay que ir hacia atrás en el esquema de su desarrollo, dar con el «problema» y dedicarle tiempo, el que haga falta, y trabajar aquellos procesos que por la razón que sea no se fijaron o simplemente se saltaron.

Un/a peque en esas edades que no entienda cosas como el antes – después, que no pueda repetir un concepto, que sea incapaz de seguir una orden, etc. no necesita deberes, ni clases particulares.

Necesita una ayuda centrada en su edad y sus necesidades y que se trabajan en forma de juego.

Juegos muy concretos, muy eficaces y divertidos pero como por el adulto se ven como eso: juegos, lo consideran una tomadura de pelo y pérdida de tiempo y dinero.

Si te has sentido identificado con lo que cuento, si te frustras y entristeces porque tu peque no es capaz de hacerlo mejor aunque sabes perfectamente que es más listo que el hambre…. ¿No crees que es hora de confiar más en sus capacidades, ahora dormidas, y darle una nueva oportunidad?

Países como Argentina y Brasil o los nórdicos europeos nos llevan años de adelanto.

Sigo compañeros extranjeros en distintas redes sociales a cuyas salas espero se parezca cada día más la mía.

Salas plagadas de juegos de madera, de casitas, de piezas, de muñecos, de manualidades, de rotuladores …. Todos con una intencion y un gran trabajo e investigación de fondo.

Y de niños. Niños/as «sin problemas o retrasos» (espero se me entienda) que acuden porque necesitan un empujón que les ayude a entender lo que tienen a su alrededor y poder integrarlo de manera adecuada.

Esto se traduce en una mejora GLOBAL inevitable.

Cuando un/a peque entiende lo que hace, no falla: lo aprende.

En realidad eso es lo que nos ocurre a todos.

Se trabajan sentidos, espacios, sensaciones, capacidades, habilidades, rutinas…

Se juega para que todo ello sea vivido como algo que apetece.

Lo que el niño/a no sabe es que mediante ese juego de adivinar está repasando las letras, o que mediante la caja llena de pegatinas vamos integrar las mates.

Quienes conozcan Montessori y las pedagogías basadas en el tocar, manipular y crear lo entenderán sin ningún esfuerzo.

Solo lo que has podido vivir y entender puede ser interiorizado.

El cole no debería ser una carrera pero lo es y si además le sumas que vas un poco “más lento que el resto” tu vida en él se convierte en una carrera que nunca ganas.

Es correr y correr, venga a darte tropezones, para que encima te riñan por llegar tarde.

La terapia psicopedagógica no académica (no es un repaso), vive centrada en los procesos mentales y motrices, tiene infinidad de actividades donde reírte mientras lo intentas hasta que lo entiendes, donde no te juzgan, donde te apoyan, nadie te limita, hay paciencia infinita, sin prisas y encima te lo pasas bien. Es una nube donde estos niños pueden mostrarse relajados.

Es lo opuesto a una pérdida de tiempo.

Y los/as peques, tras unos meses de terapia, consiguen autonomía y ese subidón de autoestima que a todos nos produce el poder decirnos a nosotros mismos: «he podido hacerlo, ahora lo entiendo».

Esto hace que muchos niños/as vean sus dificultades desde una nueva, sincera y sana perspectiva (“Alma, es que esto creo me cuesta mucho”) y hasta sepan perfectamente cuales son mis intenciones:

-“Sé que estamos haciendo mates”, me soltó un peque con 6 años cuando jugábamos a dibujar.

-¿Te molesta?

-No, me hace falta.

🙂

 

 

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