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Dejen de llamarlo zona de confort

Si estás en algo que es confortable, suave, agradable, blandito, con olor a fresquito… ¿debes irte?

Yo me imagino algo así cuando leo eso de “zona de confort” y la verdad, no me plantearía irme de ella.

Se nos está bombardeando de mala manera con mensajes sobre cómo estar mejor pero que ¡qué curioso!, vuelve a ser más de lo mismo: recordarnos lo mal que lo hacemos todo y que más nos vale mejorar.

Es como los anuncios de crema antiarrugas, que te recuerdan que no puedes ir con esas pintas que delatan tu edad. Pues esto es lo mismo en versión pseudozen: no puedes ir pensando que lo has hecho todo bien y vives tranquilo, seguro que esa felicidad es irreal y debes contratar un coach, leerte un libro, irte de de retiro o yoquesé.

Lo hacemos todo mal. Carajo.

Y claro, es que la felicidad, como la salud, no vende.

Nos quieren enfermos, nos quieren tristes, nos quieren necesitados de cosas nuevas que poder usar en nuestro (más que supuesto) beneficio.

Si te sientes confortable, querida, si te sientes a gusto, chato, no cambies, no salgas de esa zona, no busques ni te pongas nervioso con el siguiente escalón.

Eso has de hacerlo si tu zona  es la de “malestar”, ¿no crees?

Si no te gusta algo de tu vida es cuando debes intentar hallar un nuevo camino. Sin prisas, a tu ritmo, con ayuda si crees puede ser buena idea y sin agobios.

No vas a heredar google por intentar parecerte a uno de sus empleados que juegan al ping pong si te das cuenta que andas estresado perdido en el curro, pero puede ser la llamada que te avisa que necesitas  intentar algo nuevo, algo distinto.

Y repito.

Ojo.

Cuidadín.

Allá voy:

Si tu zona es confortable NO la dejes.

Desde ella es más fácil escalar nuevas cumbres.

Si quieres aprender a hacer algo nuevo. Si vas a plantearte un giro en tu vida e irte a Nepal un año, hazlo desde la zona de confort.

Desde ahí, donde tienes una perspectiva real, podrás planificar mejor las cosas sin convertirlo en una temeridad.

Sobre todo porque si vives en el malestar planearás una caca de cambio de vida, el viaje a Nepal será un horror y cuando vuelvas tendrás tu vida empantanada tal y como la dejaste antes.

¿Eres feliz? O bueno, ¿lo eres a ratitos? ¿tienes momentos de paz contigo mismo que te dejan ver con cierta claridad? Pues bien, desde esa calma prepara tu gran salto, el que sea, el viaje, el cambio de trabajo, de pareja, el meterte en una hipoteca, el regalar tu casa, el salir del armario, el hacerte dj….

Esa zona que tanto te costó crear es un premio bien merecido que te has ganado a pulso y que ahora te permite vivir con seguridad en ti mismo.

No la abandones.

Hazlo sólo si estando en ella te sale sarpullido pero, entonces, tenlo claro: No es una zona confortable.

 

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