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Infancia

Los más peques de la casa también pueden sentirse mal al encontrarse con dificultades que son propias de su edad y las circunstancias que le rodean.

Las manifestaciones del malestar en los niños y niñas no tienen por qué ser iguales que en los adultos, por lo que en ocasiones resulta difícil identificarlas. Otras veces, los síntomas pasan desapercibidos en su entorno, especialmente cuando no son conductas que llamen la atención.

Muchas veces la irritabilidad, problemas de conducta o el aislamiento son muestras de que algo está ocurriendo. La terapia puede ayudar a encontrar el origen del malestar, así como dotar al menor de una serie de estrategias y conductas que faciliten el proceso de cambio y pongan solución al problema.

Para niños, niñas y adolescentes, las sesiones se orientan principalmente a dos tipos de terapia:

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Terapia de aprendizaje

En mis sesiones se trabaja desde la neurociencia, dando mucha importancia a la psicomotricidad, el juego y la comunicación efectiva.

Procuro mirar más allá de unas malas notas y no dudo en derivar a profesionales especialistas, si estimo que es lo ideal para seguir avanzando.

Los niños y niñas, se enfrentan a un sinfín de retos en su día a día en la enseñanza y no siempre siguen los ritmos marcados por los organismos que deciden qué, cómo y cuándo deben ofrecerse los contenidos. Tenemos además un sistema poco flexible a la hora de impartir las clases por lo que es habitual que alumnos y alumnas en algún momento de su escolaridad se descuelguen del grupo modelo.

Si a esto añadimos cierto retraso psicomotor o dificultad basada en un desarrollo infantil con cortes o etapas poco trabajadas, se da la situación perfecta para llegar a los temidos “problemas de aprendizaje” (malas notas, falta de concentración, de memoria, de razonamiento…) y que tantas cosas arrastran tras de sí, como desmotivación, baja autoestima, problemas de sueño y ansiedad, enfados, etc.

Terapia emocional

Este tipo de terapia es recomendable, cuando aparece ansiedad y nerviosismo, miedos injustificados que se mantienen el tiempo, cuando hay grandes cambios en casa (nuevas relaciones de pareja, llegada de hermano/a, cambios de residencia, de colegio, de calificaciones…) o cuando las conductas normales se vuelven más agresivas y duran largos periodos, como pueden ser peleas y enfados, rabietas, pegar, morder, etc.

Recuerda que todas estas conductas son normales, adaptativas y evolutivas si suceden en un tiempo determinado y persisten en el periodo natural de desarrollo, por eso la duración y la intensidad son importantes.

Desde el juego, la comprensión, la paciencia y la implicación de toda la familia, trabajo con la infancia en sesiones individuales, adaptándome siempre a las necesidades y situación emocional de quien tengo conmigo, para a través de una relación sincera y divertida hallar el origen del malestar y poder trabajar conjuntamente por una mejora emocional tanto individual como social, que ayude al niño o niña a ganar autonomía y aprender herramientas que les hagan sentirse plenos y capaces en su día a día.

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