Inicio > Noticias > ¿Hasta el gorro de tanto detóx?

Noticias

¿Hasta el gorro de tanto detóx?

¿Hay que desintoxicarse mediante la alimentación?

¿O mediante el yoga, o el tantra, el mantra, o los cuencos congoleños….?

Nos invade una ola tamaño tsunami de todo lo que tiene en su título la palabra “detóx” que nos tiene a todos desbordados y bastante confundidos.

Hay ejercicios detóx, alimentos detóx, escapadas detóx…

¿Son necesarios en realidad?

¿Estamos contaminados por dentro cual tubo de escape de un R5? o

¿Nos están, una vez más, tomando el pelo?

Vayamos por partes y primero situemos de dónde ha surgido esta nueva moda.

Las modas siempre se basan en una necesidad, más o menos real, más o menos urgente y más o menos documentada, pero necesidad.

A veces (qué leches, muchas veces) estas se trastocan y exageran a gusto de quien las vende y por eso algo que debería ser casi anecdótico y llegar a un público concreto, se convierten en bombazos que invaden nuestras redes sociales, cursos, talleres y libros de “gureses y gurusas”.

¿Por qué surge esta en concreto?

Por nuestra propia evolución. ¿Te he deajo to loco, ¿eh?

Pues bien, pongámonos en antecedentes.

Se cree que nuestro requetetatara-abuelo pisó este planeta hace unos 7 millones de años, ahí es náh.

Lo dejaremos en el requete-abuelo, el Homo Sapiens, y este ya pululaba por estos lares hace unos 200 mil, año arriba, año abajo.

No me estoy yendo por las ramas, que te veo, estoy poniendo en antecedentes todo esto para demostrar cual de las dos teorías es la correcta: la de qué memez todo esto del detóx, y la de que nuestro cuerpo lo necesita mogollón.

Sigo.

El caso es que nos tiramos una pila de primaveras evolucionando un montón y cambiando muchas cosas pero todo sucedía muy poco a poco.

Tuvieron que pasar miles de años para introducir cambios sociales, alimentarios, geográficos… Y gracias a ir tan despacito a nuestra especie le daba tiempo a adaptarse a estos cambios, incluidos los planetarios (clima, sobre todo).

Si ahora lo piensas bien, el hombre y la mujer sufren una evolución (o cambio, porque pienso que a veces vamos pa’tras) en estos últimos 2.000 años que son una completa barbaridad.

Y ya, para colmo, los últimos 100, ¡¡tan solo 100 añitos!! han sido delirantes.

Sólo por repasarlo un poco, mencionaremos algunos de ellos:

– La alimentación ha sufrido una transformación brutal:

  • Aparecen los alimentos precocinados.
  • Y no solo aparecen. Pasamos de introducirlos en la dieta a casi depender de ellos.
  • Comienza el cultivo en masa de transgénicos (tan solo lo menciono, ya hablaremos, ya).
  • Comienza la explotación ganadera en masa, con sus consecuencias (medicamentar a los animales, hacinarlos en granjas, modificar sus productos finales…).
  • Se incrementa por tantosmil el azúcar en casi todo lo comible y bebible.
  • Se crucifica la lactancia y se promocionan productos infantiles de laboratorio, etc.

-Crece la industria farmacéutica:

  • Empiezan a diagnosticarse enfermedades que hasta la fecha no “eran problema” y a las de siempre le salen mil tratamientos.
  • Se crean pastillas para todo. Y jarabes.
  • Se venden muchas de ellas sin receta.
  • Se vende primero y se investiga después hasta bien entrado el siglo XX.
  • Acceso rápido y fácil entrega de recetas por parte de gran parte del sector sanitario, etc.

-Medio ambiente:

  • Llega la gran industria que lo contamina todo: aire, ríos, mares, campos, animales, humanos….
  • Los coches inundan las ciudades y nuestros pulmones.
  • Demasiado ganado en el planeta.
  • Venenos como fertilizantes, dentro de recipientes alimentarios, como conservantes….

-Cambios sociales:

  • La gente se va del campo a la ciudad, perdiendo la tribu que apoya y guía.
  • La mujer comienza a (mal) trabajar, con mayor carga de labores y obligaciones.
  • Los niños han de ir a la escuela a edades ridículas y peligrosas para su desarrollo.
  • Estrés en el trabajo donde los jefes confunden mala leche con mejor rendimiento…

Podría seguir pero creo que ya lo hemos pillado.

En resumen: en 100 años el ser humano ha pasado de un extremo a otro y a diferencia de hace unos miles, lo ha hecho tan deprisa que tiene sentido pensar que sea posible que el cuerpo (o la mente) no haya podido adaptarse del todo bien.

¿Por qué seguimos entonces vivos?

Pues porque somos un animal sublime, con un poder de adaptación jamás visto en otro bicho. Bueno si, hay otros seres fantásticos pero dejémoslo en que somos un ser muy adaptable y por eso andamos todavía por aquí.

Y es aquí cuando se explican las dos teorías existentes:

La de sí a todo lo detóx porque llegamos al siglo 21 ranqueantes pues hemos corrido tanto que estamos sin afinar, con la maquinaria mal engrasada y adaptada a los tiempos modernos. No funcionamos bien y necesitamos entrar en boxes si queremos vivir con salud.

Y la contraria:

La de que lo detóx es un camelo, ya que si nuestro cuerpo ha llegado hasta nuestros dias entero es por algo. Tenemos un hígado, entre otras muchas lindezas internas que han sido diseñadas para eliminar de nuestro cuerpo todo aquello que no nos hace bien. ¿Que hemos corrido?, vale, ¿pero que somos la leche y no nos hace falta nada? también.

¿Cuál es la correcta? Pues para mi, ambas.

Con ello quiero decir que no, no te desintoxicas por tomarte batidos verdes todas las mañanas.

Yo he dado varios talleres de estos y pretendo que en ellos quede bien claro desde el principio.

Es verdad que ya tenemos tripas y demás entrañas requetemonas que hacen de manera maravillosa su función pero se abren nuevos interrogantes.

El primero es la lotería genética.

Aquí entra el típico diálogo donde matarías al que te suelta: “yo no dejo de fumar porque mi abuelo fumaba como un carretero y murió feliz con 98 años”.

Pues bien, el abuelo de ese señor no tenía ni un solo número del cupón del gen que se activa para el cáncer de pulmón con el tabaco y posiblemente hacía otras actividades que le ayudaban a mantener una salud más o menos óptima pero, no me seas imbécil, ese abuelo se la jugó. Le salió bien la cosa de casualidad pero podía haber muerto a los 40 con los pulmones encharcados y dejando hijos a medio criar.

Y como no sabemos que gen tenemos por ahí a la espera de hacer la puñeta, o que otros son salvadores y majetes, lo mejor es prevenir.

Es decir, el otro interrogante es tu estilo de vida, baby.

Y un sano estilo de vida son, por ejemplo los dichosos batidos verdes, que no es más que intentar comer de manera habitual verdura (más) y fruta (algo menos), y si es ecológica te coronas de gloria (ahorrándote venenos legales).

Si comes bien, te mueves un poco, no fumas, no bebes*, ni te comes el tarro cosa mala (de esto ya hemos hablado otras veces y lo volveremos a hacer), estarás ayudando a los genes majetes y poniéndoselo difícil a los chungos, jueguen estos al cupón que sea.

Si te mueres a los 30 con este plan de vida piensa que de no haberlo seguido, muy posiblemente no hubieras llegado a los 20 (contestando ya a el que me iba a hablar de su abuelo que comía bien y murió joven. ¡Pesao!).

Nuestro requetetatara-abu no vivía entre nubes de coches o de industrias químicas y su hígado iba feliz en su trabajo de desintoxicar pero nosotros tenemos que echarle un cable simplemente allanándole el camino.

Y es por ello que todas esas pastillas de vitaminas, de fibras, de minerales, de extractos de fruta de nosedonde (siempre es fruta lejana), de verdura con nombre inglés y de bebidas requeteantioxidantes no te hacen falta en absoluto.

¿Qué hago entonces? ¡Me tienes crazy!

Pues bien: No busques cosas detóx si tus hábitos son malos. Va a ser tirar el dinero.

Y no busques cosas detóx si tus hábitos son buenos. Dime tu pa’qué.

Y esto es así si entendiendo detóx como «hago lo que me da la gana pues ya me desintoxicaré poniéndome fino a kale».

Mi consejo es que cada vez que leas o escuches la palabrita de marras sigas la información hasta el final por si de lo que te hablan es de algo interesante como un rica y sana receta, un retiro en una preciosa casa de campo, un taller de batidos verdes o pintura o un ejercicio que puede beneficiarte, y que pases por completo si promete cambiarte la vida a la tercera botella de zumo rosa o taza de té.

Busca esa ayuda extra a tus tripas en la alimentación de cada día. En reservarte un par de horas a la semana para yoga, para salir a caminar, para pilates o para ir a jotas. Queda con amigos y ríete de todo. Aprende a decir no.

El cambio, por muy manida que esté la frasecita, está en ti, no en el fondo de una botella (de batido verde).

¡Gracias! Besinoooos

*Beber: soy la primera que disfruta del vino pero eso no quiere decir que no tenga hipermegaclaro que NO existe bebida alcohólica sana. Ya sé que soy muy pesada pero me da igual: ni la cerveza, ni el vino, ni los licores (me meo cuando me dicen que son digestivos), ni nada de nada. Ninguno de sus posibles beneficios son equiparables a sus daños así que ya lo sabes. Haz lo que quieras, pero informado.

**Identifica tus hábitos de vida. Quizás te venga bien una «limpieza extra» mental o física. Hay muchas maneras de hacerlas: ayunos, toma controlada y esporádica de algún producto en concreto, escapadas… Y luego no te salgas del camino.