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Hogares ajenos a la cultura

Las personas mayores de 35 pertenecemos a una generación cuyos progenitores en muchos casos fueron los primeros de sus familias en acceder a una educación superior. Aquellas que no pudieron, crecieron conociendo la importancia de esta educación, intentando llegar a ella como podían o admirándola en la distancia. Por eso, gran parte de ellos y ellas, a pesar de no haber ido a la escuela, se las ingeniaron para aprender a leer y a escribir y suelen leer con avidez, visitar bibliotecas o coleccionar, con esa pasión por aprender casi intacta con el paso de los años.

Para la gente de ahora fue una suerte que así fuera pues podíamos beber de ese interés de nuestros padres y madres por aprender, por saber más… Nadie mejor tenía clara la importancia de los saberes.

En mi casa, ya lo he comentado alguna vez, no cabían (caben) los libros aunque ciertamente eso no tiene que ser sinónimo de nada.

Puedes tener miles de ejemplares y no generarte ningún interés más allá de mera decoración o por ser objetos heredados.

Y por otro lado, conocemos gente que lee bastante y sigue siendo muy zote.

En casa lo que realmente molaba era la actitud.

Mi padre leía cada noche, mi madre a ratos, mi hermana más que yo, y yo pues pssss pero el cotorreo solía ser muy ameno.

Y sí, puedo decir que había cultura. Mucha.

Un gran interés por el mundo y lo que había en él.

Mis padres, de muy distinta procedencia, tenían gusto por el saber de las cosas y sobre todo, por pasar ese saber a mi hermana y a mi.

Los viajes eran una pasada.

Viajábamos mucho, muchísimo a la tierra de mi madre (lo llaman morriña, jeje) y durante el camino, unas 6 horas por aquellos tiempos que se ha reducido a la mitad, todo por carreteras nacionales y comarcales, nos iban contando la historia de ese pueblo, el porqué de ese castillo, lo típico de esa zona, quien había conquistado aquella tierra, qué animal era ese, porqué los campos eran de esos colores, la toponimia (una pasión mía actual)….

Y sí, reconozcámoslo, cuesta mucho escuchar algo así hoy en día.

Viajar en coche por el campo | Foto Gratis

¿Qué ha sucedido? ¿Nos hemos vuelto ignorantes?

No. No van por ahí los tiros.

Ahora estoy segura se venden más libros, se consulta un montón la wiki, se estudia como nunca, se viaja a buenos precios, se visitan museos, se acude a conciertos, se navega por internet, hay documentales que son oro puro…. Entonces ¿Qué leches pasa?

Pues sucede, que eso lo hace cada persona para ella, para uso y disfrute personal que no se transmite a los vástagos.

Conozco muchos padres y madres que viajan y que hacen cosas realmente chulas pero me cuesta mucho ver como todo eso se lo cuentan a sus criaturas o les hacen mínimamente partícipes.

Es como si hubiera una línea invisible que lo separa, es como si no estuviera de moda contar y relatar anécdotas o historias a otra gente que no comparta contigo década de nacimiento.

Papá, mamá e hijo ven la televisión en el sofá por la noche. familiares en casa. el hijo está jugando en un teléfono celular cerca de su familia. | Foto Premium

Si me voy de viaje hago una cena a la vuelta y se lo cuento a las amistades pero a mi hija, que espera en casa, le traigo un regalo, le enseño las fotos y pa’la cama.

Además, las tecnologías y los avances nos han confundido un poco. O un mucho.

Ahora solo parece digno de mención lo que nos haya pasado si esto es un flipe, algo innovador. Y claro, el hablar de cuando no existían los móviles ni se nos pasa por la cabeza. ¿No ves que estás prejuzgando lo que puede que a tus hijo/as les pueda parecer súper chulo?

Hemos crecido con historias de cómo nuestros padres o abuelas se hacían los juguetes, donde robaban manzanas, sus historias de la escuela, sus peleas y aventuras.. Pero para algunas personas adultas eso es de cutres y de poco modernas. A los hijos solo cosas útiles, nada de ñoñerías que no interesan a nadie.

Niño niño en una gorra apunta con una honda para disparar a un objetivo. juega como un niño en el pueblo de vacaciones. | Foto Premium

No son pocas las familias donde jamás se transmiten historias, donde no hay acceso a la cultura (que sepas que el mero hecho de hablar sobre los abuelos y abuelas ya lo es) y donde ir de vez en cuando a la biblioteca con los niños se considera el sumun del esfuerzo cultural.

Casas donde no hay libros de arte, de geología, de historia, de mitología, de flora, de fauna… Mas allá de los que ha tocado comprar por el colegio o nos ha regalado algún periódico.

Madres y padres que carecen de todo interés en transmitir conocimientos y delegan tan importante acción a colegios y documentales.  Y qué queréis que os diga, documentales me he tragado muchos y educación formal tengo para regalar pero nadie me explicó la menstruación como mi madre o las invasiones bárbaras como mi padre. Y ningún documental me llevó de excursión al campo y trató de enseñarme pájaros, árboles o pisadas de lobos….

Trekkers senderismo en el bosque de tasmania, australia. | Foto Premium

Ay, mis adorados viajes por la Vía de la Plata…

Con enorme pena he de asumir que mucho de ese encanto se ha perdido en gran medida con las autovías; y ese ir de aquí para allá ya no es interesante ni motivo de conversación.

Como si hablar de por dónde se pasa con el coche fuera a ralentizarlo.

Ahora solo importa llegar y si los niños no molestan porque ven una peli o llevan cascos, mucho mejor.

Ahora no se para a visitar algo o ver ese árbol, ese chopo rojizo o roble gigante, se para porque hay que mear y porque si no los peques se ponen insoportables. En fin, una pena. Yo hacía las 6 horas del tirón y era de todo menos aburrido.

Ese contar de mis padres no solo se vivía en el coche. En casa se trataban de manera natural muchos temas que aún hoy en algunos hogares son tabú, como la desnudez, el sexo, la religión….

Y así nos va

Madres/padres que se niegan a llevar a las criaturas a alguna actividad chuli porque “no les hace falta ni tiene que ver con el cole” (suele esconder poca gana de la persona adulta o ojo, a veces estamos agotadas pero ese es otro tema), padres que los fines de semana consideran educativo llevarlos un rato al parque porque hay flores y árboles y familias que no acuden juntas jamás a programaciones culturales, naturales, o mínimamente educativas porque a ellas “no les corresponde”. Eso ha de hacerlo el colegio.

La cultura está en todas partes.

Entiéndase conocimiento y cultura como aquello que se cuenta con interés y con ganas por llegar al otro ser humano, donde un saber pasa  y se comparte, que genera en quien lo escucha satisfacción por lo aprendido, ganas de saber más y mucha felicidad por conocer mejor su propia existencia.

Y el que lo cuenta aviva la sensación de que sabemos cosas maravillosas que deben ser contadas. Que somos personas valiosas y útiles a las demás.

Cultura no son solo cuadros famosos y conocimientos no son solo matemáticas.

Las flores, la música rock, la vida del tatarabuelo en el pueblo, cómo construir barcos o las libélulas no solo son cultura, son lazos que nos unen y nos llenan de gozo.

Escuchar como el abuelo se las ingeniaba para diferenciar las ovejas o cómo se hacían antes las casas…

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Sal de de tu salón. Vete al campo, al puerto, a un bosque, a un polígono, da igual. En todas partes hay cosas chulas que descubrir.

Y por favor,

¡Habla con tus criaturas! Tienes taaaaaanto que contar.

BESINOOOOOS

 

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